lunes, 2 de agosto de 2010

La Vida es un espejo por Lalo Huber



Si aceptamos entonces que lo que recibimos no es más que la respuesta lógica a lo que emitimos, entonces inmediatamente pasa a ser conveniente emitir cosas buenas. ¿No?
Dar elogios, para luego recibirlos. Desbordar optimismo, para que luego éste nos inunde. Sembrar paz, para luego cosecharla. Regalar bienes, para luego ser rico. Dar paz, para luego recibirla.
Dar para recibir. Sembrar para cosechar.
La ley universal. La ley más simple concebible está funcionando detrás de todo, téngala en cuenta, porque es insoslayable, insobornable.
A la larga, usted se sentirá como usted hizo sentir a otros.
El análisis lógico, científico, de la comunicación interpersonal nos lleva a ver que la vida es un espejo: lo que recibe es igual a lo que dio.
La generosidad, la amabilidad, la caridad y todas las buenas acciones hacia otras personas pasan así, de ser algo bueno desde un punto de vista moral, a ser algo moralmente bueno y lógicamente conveniente.
Lo bueno es lógico. Es lógico ser bueno.
Con este enfoque, una persona generosa puede muy bien ser una persona egoísta, pero inteligente. Egoísmo + Inteligencia = Generosidad.
La bondad y la inteligencia llevan al mismo destino. Como era de esperar.
Si la vida es un espejo, entonces la generosidad se vuelve un acto conveniente, además de moralmente bueno, como siempre fue. Conveniente para todos. Para usted, para mí, para el universo. Lástima que hay tanta inconciencia dando vueltas.
Y que esta simple ley es tan poco conocida y tenida en cuenta.
La inconciencia es la madre de todos los problemas. Simplemente, no sabemos lo que hacemos. No sabemos lo que comunicamos. Por eso, no entendemos lo que recibimos a cambio. Nada nos cierra. Por nuestra inconciencia. Por nuestro desconocimiento de nosotros mismos. Por no saber exactamente qué es lo que hacemos y sus implicancias.
Si lo que reciba será la respuesta a todo lo que genero (voluntaria e involuntariamente), entonces mejorar lo que genero debería pasar a ser mi prioridad número uno. ¿No?
Entendiendo esto, hasta el ser más egoísta intentaría mejorar sus acciones. ¿No le parece?
La gente es naturalmente egoísta. No pretenda que la gente se haga generosa sin razón.
El mundo está intelectualizado. Denle una razón logica. Acá está la razon lógica: “Para recibir el único camino es dar antes”.
Si aceptamos las leyes aquí expuestas, podríamos decir que una persona egoísta e inteligente pasaría a ser un concepto imposible, incompatible.
Si alguien es inteligente, sabe que “quien siembra vientos cosecha tempestades”.
Por lo tanto, nadie verdaderamente inteligente se dedicará a perjudicar a otros, ya que es exactamente lo que recibirá a cambio. Matemáticamente. Inteligencia (verdadera) y maldad no pueden convivir en una misma mente. Ya que la maldad en sí misma no existe. Es simplemente un subproducto de la ignorancia.
Hasta quien sale a robar tiene buenas intenciones desde su punto de vista. Quiere sentirse mejor, sólo que equivocó el camino. Y por eso tal vez obtenga el dinero, pero no se sentirá mejor.
El universo no es un jefe tonto. No premia a los malos empleados. La maldad no puede existir donde hay (verdadera) inteligencia y comprensión del funcionamiento de las cosas. Como no puede haber fuego dentro del agua. Por eso nunca puede existir un lugar bueno para vivir si en él reina la ignorancia. La ignorancia es la raíz del mal, del odio y de todo lo que de él deriva.
Si usted conoce a alguien considerado inteligente que ejecuta malas acciones, piense de nuevo. Analice más profundamente. Porque esa persona no es inteligente. Yo se lo aseguro. Simplemente es hábil en algún campo específico. En alguna actividad puntual.
Maneja bien las finanzas, o algún negocio, o sabe criticar con astucia, o tiene mucha información, o simplemente tiene dinero o algún cargo que le confiere poder, o que genera temor en otros. Pero no es inteligente en el sentido completo y genuino de la palabra.
Una persona es verdaderamente inteligente cuando comprende la vida y sabe cómo vivir para lograr el ansiado trofeo: simplemente sentirse bien.
Y luego de mucha investigación, la persona inteligente llega a una simple conclusión: “¡eureka!, para sentirme bien hay un solo camino, debo hacer sentir bien a otros antes. Bravo. Bravo. Muy lógico: para cosechar debo sembrar. Para recibir antes debo dar. Entendiendo esto, actuar generosamente también es ser egoísta, pensar en otros es pensar en uno mismo, ya que ayudar a otros es la única forma en que puedo lograr lo mejor para mí mismo.
Bajo una visión holística, egoísmo y generosidad resultan la misma cosa, fundidas en la inteligencia, y en una interpretación global de los fenómenos.
Los extremos se funden -como muchos filosofos han venido afirmando, desde hace milenios-, los opuestos desaparecen. Y todo se funde en perfecta coherencia.
La persona verdaderamente inteligente, que a partir de la observación y la meditación llegó a ese punto en que la inteligencia se amplía, se simplifica y se transforma en conciencia o en lo que popularmente se llama "sentido común", ya descubrió el principio fundamental de la existencia.
La ley fundamental, tan simple, es que para obtener algo de manera genuina y sostenible, antes debo generarlo, crearlo, darlo a otros. Luego, como simple consecuencia natural, lo recibiré.
Cualquier otra forma de obtener algo es antinatural, va contra las leyes naturales, y sólo puede sostenese con mucho esfuerzo, con artimañas, por corto plazo, con mucho sufrimiento y preocupación, y de todos modos tarde o temprano se perderá.
“Ganarás el pan con el sudor de tu frente”. “Siembra vientos y cosecharás tempestades”.
No es posible robarle al universo. Todo debe ganarse de manera genuina.
Lalo Huber

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