martes, 8 de junio de 2010
PASIÓN MUNDIALISTA por Gustavo Lamouret
Mi suegra, el chino del súper y yo discutiendo la lista de Maradona
Llegó junio, y estamos a pocos días del inicio del Mundial de Fútbol. Sin embargo, todos sentimos como si hubiera empezado hace ya varios meses. No hubo un sólo día en lo que va del año en que no haya escuchado algo referido a este evento deportivo... Todos, absolutamente todos, tienen algo para decirnos, vendernos, comentarnos y hasta emocionarnos con el Mundial.
¿Por qué? Si hay tantos torneos, campeonatos, eventos y demás durante los 365 días del año... Si se suceden Clausuras, Aperturas, Copas de Verano, Libertadores, Sudamericanas, Nacional B, Promoción, Reducido, Champeons League, Copa del Rey, Calcio, etc, etc, etc... Cuando no es acá, es allá, o en maracuyá... pero siempre hay un partido de fútbol para ver... ¿Por qué es tan especial esto? Si muchas mujeres gritan y despotrican que los hombres sólo tienen tiempo para ver fútbol, que nada los puede distraer cuando se juntan con sus “amigotes” a ver jugar hasta al más humilde equipito que corra tras esa bendita pelota... Si muchas mujeres dicen no entender qué es el off side, o cómo un ser humano “puede emocionarse hasta las lágrimas” por su club de fútbol... ¿Por qué entonces ahora todas esas mismas mujeres empiezan a opinar sobre si está bien convocado tal o cual jugador, si Argentina tiene que jugar con tres o cuatro en el fondo, o si Mascherano debe ser el capitán? Me he encontrado hablando con mi suegra sobre la convocatoria de Palermo... Aunque enseguida pasamos a comentar lo “pintón” que es y “lo bien que habló cuando estuvo en lo de Susana”... ¿Qué nos pasa en estos meses mundialistas?????
No hay producto, ni comercio, ni empresa que no nos venda algo con los colores celeste y blanco... Desde el chicle que compré hoy en el kiosco, pasando por el yoghurt descremado, los televisores, autos y celulares, todo lo que está a la venta, viene con la posibilidad de ganarse un viaje a Sudáfrica. Cupones y más cupones por todas partes. ¿Tantos pasajes y lugares hay para regalar??? Cuando apareció mi amiga, la que hace velas artesanales, y me mostró que ella también las envolvía prometiendo un pasaje mundialista, me di cuenta que todo en definitiva es una estrategia de marketing. En realidad, no debe haber un solo producto que venga con el premio, y todos caemos en la trampita de leer el tan bendito “seguí participando”... Se me ocurrió decirle a mi vieja que es costurera que ofrezca zurcidos con premios sorpresa por el Mundial.
En casa, mi hijo me muestra durante todo el día, absolutamente todos los días desde hace un mes, el álbum de figuritas del Mundial. Está tratando de aprender la tabla del 2 y no le sale, pero ya sabe que Eiji Kawashima es uno de los arqueros de Japón y que Zlatan Ljubijankic es una de las posibilidades que tiene el técnico de Eslovenia para formar el mediocampo del equipo. ¿Se puede creer?
Ayer, mientras esperaba a mi hija terminar su clase de gimnasia en el club, veía cómo otros dos padres hablaban acalarodamente, moviendo las manos y gesticulando. Pensé que se trataba de otra de las tantas discusiones políticas que se viven en estos tiempos. No podía identificar si estaban a favor o no del Gobierno, o si protestaban por el aumento de los precios o los cortes de calles. Cuando me acerqué para intervenir en tan apasionada charla, escuché dos palabras que se sucedían intercaladamente: “late, nola, nola, late, late, nola y late”. Cuando vi que en las manos tenían las caritas de los jugadores, los mismos del álbum que colecciona mi hijo, me di cuenta de que lo que estaban haciendo estos dos señores elegantemente vestidos de traje era ni más ni menos que cambiar figuritas, y que sus monosilábicas palabras significaban “no la tengo” o “la tengo”, y que habían decidido hacerlo por su cuenta dejando de lado a sus hijos, porque se jactaban de elegir mejor las que se necesitaban para llenar el álbum. ¿Estamos todos locos???
Mientras tanto, el país esperaba frente al televisor, con la expectativa propia de una noticia que puede cambiarnos la vida, que el técnico hiciera el anuncio, por cadena nacional, de los elegidos para viajar a Sudáfrica. Obviamente, segundos después de tan esperado momento, todos, absolutamente todos, van a tener algo que decir de esa lista. Desde Maru Botana hasta Lilita Carrió, pasando por Aníbal Pachano y Alberto Cormillot. Desde la vecina octogenaria que tengo debajo de mi departamento, hasta el dueño del supermercado chino de la esquina de casa y que por primera vez escucharé hablar en un buen castellano. Todos, absolutamente todos, seguiremos estos días, como hace meses, pensando, hablando, sintiendo, el Mundial.
Al fin de cuentas, Argentina cumple 200 años y necesita que salgamos a las calles con las banderas y nos hermanemos en la gesta deportiva recordando las batallas de nuestros héroes de la Patria. No importará que minutos antes y segundos después del partido, estemos insultándonos o mirándonos el ombligo. Cuando Messi toque la pelota de fútbol, todos, absolutamente todos, dejaremos de ser pobres y ricos, analfabetos o cultos, morochos o rubios, peronistas o antiperonistas, y estarán la biblia junto al calefón. ¿Será por eso que prestigiosos pensadores remarcan una y otra vez que el fútbol idiotiza, fanatiza y adormece a las masas?
Argentina es un país claramente “futbolero” (palabra que no está en el Diccionario de la Real Academia Española, pero sí en el de “Porteñismos”) y el acontecimiento más importante de este deporte no puede pasar sin dejar huella, sobre todo si hay que esperar cuatro años para que se repita.
Dejando de lado los nacionalismos baratos que suelen crecer en estos tiempos, aquellos que se vuelven peligrosos cuando se derivan en discriminaciones o ataques al que tiene otra bandera, y dejando de lado también la fiebre consumidora y festiva que todo lo envuelve en estas fechas y que tapa muchas cuestiones más importantes, podemos encontrar aspectos positivos para destacar.
Más allá de que yo me haya unido en la pasión con mi suegra, la vecina octogenaria o el dueño del super chino, el Mundial nos da a todos la oportunidad de compartir momentos con las personas que tenemos cerca o no tanto, puede ser también la puerta de acceso para conocer otras culturas y países, tan distintos al nuestro, y así muchas cosas más.
Pero es demasiado lo que rodea este negocio Mundial y ya agota. Me parece que le voy a hacer caso a mi señora y voy a pedir adelantar las vacaciones. Quizás sea una buena idea ir a visitar a sus familiares del campo, y así alejarnos un poco de tanto ruido y fiebre por Messi y compañía. Podríamos estar más con los chicos y prestarle atención a otras cosas. Eso sí, antes de viajar voy a llamar al tío Pedro para preguntarle si allá tienen o no DirecTv, no sea cosa que me pierda el partido de Costa de Marfil y Serbia y después no lo pueda comentar con los muchachos. Salud!
Gustavo Lamouret
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario