Pasamos el día de la madre, el año nuevo, el día de los enamorados y las Pascuas. Desde hace unas semanas vengo pensando sobre qué escribirles, sin ocurrírseme que contarles. Y se me prendió la lamparita y me pregunté: ¿Por qué no hablar de la papa? ya que a todo el mundo le gusta. Y es así como recordé que una vez leí un cuento interesantísimo, que me gustaría compartir con Ustedes.
La leyenda que les traigo es una leyenda andina, que dice que los cultivadores de quinua dominaron muchos años a los pueblos de las altas tierras y que para que muriesen les fueron disminuyendo diariamente la ración de alimentos. Al borde de la muerte, los pobres moradores rezaron al cielo y Dios les entregó unas semillas, las que después de cultivadas cubrieron con un manto morado la gélida puna.
Los “quinueros” no se opusieron al cultivo, con la idea de cosecharlo todo para ellos. Cuando las plantas se pusieron amarillas y los frutos maduraron, los dominantes cosecharon los campos y se llevaron todo lo que creyeron era una excelente cosecha.
Desconsolados y muertos de hambre, los oprimidos pidieron otra vez a Dios y una voz les dijo desde las alturas: -“Remuevan la tierra y saquen los frutos que guardé para Ustedes”-. Y así encontraron debajo del suelo a las papas, que fueron guardadas en el más estricto de los secreto. Todas las mañanas, los hombres de la puna añadían a su dieta unas papas y es así como pronto se restablecieron, cobraron fuerzas y echaron a los invasores, que no volvieron jamás.
Para que inviten a sus amigos o compartan almuerzos o cenas en familia les envío esta receta del milhojas de papa. ¡Que lo disfruten!
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