sábado, 4 de diciembre de 2010

Rincón Astrológico



Queridos lectores: un año más ha llegado a su fin. Desde hace un tiempo a esta parte, los años están viniendo “moviditos”. Todo sucede inesperadamente, como de repente. Y este 2010 también tuvo lo suyo.
Pero Dios, el Universo, el Todo Creador (no importa el nombre que le demos, según nuestra creencia o fe) siempre nos tiene presentes y nunca nos pide más de lo que realmente sabe que podemos dar o atravesar. Por eso, en este fin de año ha decidido darnos un respiro y un tiempo para pensar y construir el futuro.
La energía que mayormente nos acompañará durante este fin de año y comienzo del que viene es la de Capricornio. Serio y concreto, este signo tiene que ver con el sostén, la consolidación, la construcción, la responsabilidad y la perseverancia. También con el éxito mundano, el logro, las empresas y el mando. Capricornio representa el súmmum, el punto máximo al que algo puede llegar. Cuando algo llega a su punto máximo, lo que sigue es la declinación, el descenso natural desde la cima.
La consolidación y la construcción nos recuerdan también algo que quizás sea aquello que debamos dejar descender naturalmente de la cima en nosotros: la cristalización. Ideas cristalizadas en nuestra mente, que seguimos pensando porque, simplemente, siempre las pensamos así, porque nos las contaron así, sin cuestionar su veracidad. Sentimientos cristalizados en nuestro corazón que pueden ser muy viejos y que seguimos sintiendo a pesar de ver que, en la realidad concreta de hoy, nada de lo que nos hizo “sentir mal o heridos” continúa sucediendo; sentimientos cuyo único resultado en nosotros es hacernos guardar un dolor o un enojo innecesarios y sin sentido, que nos separan de personas realmente queridas.
Por eso, este fin de año, quitemos las viejas vendas mentales y emocionales que pudieron tapar la realidad y animémonos hacer todo lo que hagamos desde el presente, desde el hoy y, principalmente, desde el corazón. Vivamos el presente desde el corazón. Soltemos el pasado que nos demora, nos estanca y nos saca energía y vitalidad.
Si nos reunimos en Navidad o Año Nuevo, que sea desde el amor del alma y desde el perdón del corazón. Que no sea la reunión “automática e inevitable” que, a veces incluso “me la tengo que bancar”, porque se hace desde un lugar interno tan antiguo que, quizás –si lo pienso bien-, hasta me darían más ganas de quedarme en casa mirando una película...
Animémonos a renovar nuestras vidas. No esperemos más que venga alguien a rescatarnos de prisión. La prisión (sea cual fuere en cada vida) la construimos nosotros en nuestra mente y únicamente nosotros podemos rescatarnos de la prisión que nos hemos creado. Los cambios verdaderos siempre se hacen desde adentro hacia afuera, del interior al exterior.
Paralelamente, este fin de año, dos paladines de la verdad, la expansión y la libertad estarán unidos: Júpiter y Urano en el signo de Piscis. Ambos representan un canto a la libertad que, desde hace un par de años se está queriendo hacer escuchar.
En enero se producirá el último encuentro exacto de ambos en el signo pisceano del amor, la empatía y la comprensión. Un canto que, verdaderamente, merece ser escuchado y cantado por todos y cada uno de nosotros. Y allí está, dispuesto a brindar sus dones de liberación interior a todo aquel que lo desee.
Momentos maravillosos pueden ser vividos por quien decida abrirse a lo nuevo y soltar las durezas del pasado. Una maravillosa oportunidad.
Quiero, a la vez de desearles un espléndido fin de 2010 y un mejor comienzo del 2011, agradecerles por compartir juntos esta columna astrológica. Para mí es siempre un placer escribirles. Lo hago con mucho amor y, humildemente, es mi intención hacerles llegar palabras y conceptos constructivos y enriquecedores.
Profundamente agradecida por esta oportunidad que me ha dado la vida, les recuerdo que a todos la energía y la vida nos da permanentemente oportunidades. Abracemos con amor lo que esta maravillosa Tierra siempre nos ofrece, unidos en la paz, la armonía y la alegría.
Sinceramente, ¡muchas felicidades!
María José Alpañés

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